sábado, 19 de noviembre de 2016

DE GALGOS Y DE HOMBRES

En los últimos días hubo mucha discusión en torno a ley que terminó promulgando el Congreso, para prohibir las carreras de galgos. El debate no era tanto si aprobar o no la ley, sino que muchos se preguntaban por qué tantas personas dispuestas a proteger a los perros y tan pocas a las personas. 

¿Proteger a los galgos o a las personas? Ciertamente hay posiciones humanistas que son tan empobrecedoras como algunas posiciones animalistas. No se trata simplemente de elegir cuál de los dos tiene mayor dignidad, tampoco se trata de afirmar su igualdad.

Lo importante es que las problemáticas humanas se resisten a ser reducidas a las aproximaciones proteccionistas-caritativas. Las problemáticas humanas son inmediatamente políticas, es decir, demandan la invención/la creación/la experimentación de nuevos modos de estar en común. 


Los animalistas-proteccionistas gozan de la ventaja de no tener que discutir/crear otra comunidad con aquellos a quienes simplemente ayudan-protegen. Por eso tiene tanto éxito el proteccionismo: porque permite ejercer un poder (ayudar/proteger es ejercer un poder) sobre aquellos que no pueden hablar, negarse a recibir la ayuda, rebelarse, organizarse, etc. Retirarse de lo político y aumentar la satisfacción moral es una oferta que pocos rechazan. Por eso hoy en día quizás sea más valioso un perro devorando a su amo, que un nutrido grupo de proteccionistas.


Creo firmemente que las problemáticas "animales" también se resisten a ser reducidas a las aproximaciones proteccionistas-caritativas (cristianismo con animales). Sin embargo son un refugio más claro para esas pretensiones, allí donde el mundo humano presenta resistencias más directas y evidentes.

Repito, muchos piensan las problemáticas humanas desde la misma perspectiva proteccionista-caritativa: también pretenden que se trata de "ayudar al otro" y no de replantearnos las formas de estar en común. No hacen más que sentirse bien mientras ejercen un poder sobre los necesitados, mientras despolitizan el mundo.

También están, aunque son los menos, quienes entienden que el encuentro con el otro (humano, animal) es un momento privilegiado para revisar los propios modos de estar en común, para experimentar una desapropiación de lo que llamamos "humano" o "animal"; en fin, para correrse del lugar del protector y habilitar una co-creación.

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